viernes, 31 de julio de 2015

Lectura de verano: historia de una enfermera (XVII)

Capítulo VII
El 'cuerpo sufriente' (5)


El caso es que el ambiente en la unidad era irrespirable, tóxico, gracias a lo cual el nivel de rotación del personal era enorme, algo que incide directamente en la calidad y seguridad de la asistencia a los paciente, en la confortabilidad y satisfacción de éstos y en los esfuerzos, tan de moda entonces, de "humanizar" la asistencia, que debería ser algo más que un eslogan. Te comenté antes que el paciente crónico tiene aversión a los cambios y allí había cambios de personal constantes: raro era el mes en que no hacíamos una cena de despedida a algún compañero que tiraba la toalla y conseguía un destino más humano. El personal de hemodiálisis, como el de otras unidades altamente tecnificadas, goza de gran reputación y no le es difícil encontrar quien le reclame.
Más complicado era que te dejaran ir, pero entonces había en los centros concursillos de traslados frecuentes, bastante objetivos, ya que se basaban en baremos (más o menos) consensuados con la Junta de Personal, por lo que si obtenías puesto en otro servicio la dirección de enfermería, igual lo ralentizaba, pero no impedía el traslado.
Mi cena de despedida fue en 1993. Parece mentira, como te decía, que el estilo directivo de una sola persona, o su carencia de él, pueda desestabilizar y producir semejante desorden en una organización que precisamente exige estabilidad y orden; y cómo puede incidir sobre las vidas personales de pacientes y empleados, sensaciones amargas que no puedes colgar con el pijama antes de marchar a tu casa, sino que te acompañan casi cada minuto, incluyendo esporádicas visitas a tus sueños que los convirten en amarga vigilia.
Pero lo que más dolor me causaba entonces es que, siendo todo el mundo conocedor de la mala baba de la susodicha y de sus nefastas consecuencias asistenciales y laborales, nadie, ni desde la Gerencia ni desde la dirección Médica, tomara cartas en el asunto, a pesar de que la dirección de Enfermería cursara (¡espero!, eso afirmaba) frecuente quejas de enfermeras y auxiliares, y de que la Junta de Personal sacara el tema algunas veces en sus reuniones con la Gerencia y Recursos Humanos.
En fin, en marzo de 1993 solicité y obtuve un traslado a la flamante Unidad del Dolor, recientemente creada, en la que médicos de diferentes especialidades y enfermeras funcionábamos de manera muy diferente a la tradicional que yo conocía, de una manera que hoy en día, cuando lo recuerdo, se asemeja bastante a lo que se pretende -o presume- ahora con las polémicas Unidades de Gestión Clínica.



FELICES VACACIONES (A QUIENES LAS TENGAN).

SEGUIMOS LA PRIMERA QUINCENA DE SEPTIEMBRE

(Enlace a la Segunda temporada, pinche aquí)


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