viernes, 17 de julio de 2015

Lectura de verano: historia de una enfermera (V)

Capítulo 3
La hiperactividad del principiante

[Ver la primera entrega pinchando aquí; la segunda aquí; la tercera aquí; y la cuarta aquí]


Nos quedamos, creo, cuando, en 1987 obtuve, tras unos cuatro años de empleos temporales o interinos, mi plaza fija. Ni quieras que te cuente los destinos por los que pasé en esos cuatro o cinco años, hasta que aterricé en esa bendita Unidad de Hemodiálisis, en la que permanecí desde 1987 hasta 1991, y desde 1989 como supervisora.
Pero no anticipemos acontecimientos, aún quedan unos pocos años de “precariedad”. Curiosamente, en esta corta, que entonces me pareció muy larga, época de contratos temporales encadenados fue donde mi vocación enfermera y mi conciencia profesional se fueron asentando. Ya te dije que al principio, a mí la enfermería, bien pero ni fu ni fa: unos estudios cómodos, un trabajo estable y para toda la vida, unas áreas de trabajo con un fuerte perfil femenino y una profesión en la que estaba todo por crear. Porque, de alguna forma, siempre creí que la Enfermería tenía mucho futuro; no sé muy bien por qué pero así lo creía entonces. Y aún lo sigo creyendo, aunque ahora con menos pasión y más raciocinio.
Pasé por todo tipo de unidades: consultas ambulatorias, radiología, pediatría, intensivos, infecciosos... Estuve meses inyectando contrastes en medicina nuclear y hemodinámica, poniendo yesos en consultas de trauma, pastoreando -hoy se llama triage y se discute si las enfermeras están preparadas para ello, jeje- en urgencias... hasta que recalé en Hemodiálisis. Estuve ahí uno, dos, tres años... y este acabó siendo el lugar en el que mi vocación enfermera afloró de manera definitiva. Para que no te queden dudas, yo me hice enfermera de verdad en hemodiálisis.
Además, todo hay que decirlo, me liberé después de cuatro años de los fastidiosos turnos de noche, aunque no, claro, del trabajo en festivos: la insuficiencia renal no conoce festivos ni moscosos. “Moscosos” que, por cierto, acababan de ser creados por el ministro Javier Moscoso el 21 de diciembre de 1983. Toma Wikipedia...
Pensando ahora en aquellos tiempos, de dónde demonios sacaríamos las enfermeras la absurda, aunque gozosa, idea de que las Direcciones de Enfermería recién creadas iban a ser nuestras aliadas incondicionales frente al poder médico en los hospitales... El Insalud, que era nuestra empresa, estaba tratando de transformar la cultura de los centros y el personal sanitario a través de lo que se llamaba Nuevo Modelo de Gestión. Y no concibieron las direcciones de enfermería como un eslabón en el proceso de emancipación enfermera, sino como un órgano a través del cual vehicular la cadena de mando de manera más eficaz.
Mañana te cuento mi experiencia con nuestra flamante "Directora de Enfermería".




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