martes, 21 de julio de 2015

Relato de verano: historia de una enfermera (VIII)

Capítulo IV
El desmoronamiento de un sueño (3)

Como a partir de aquel momento los colegios siguieron la estrategia de dedicarse a sus cosas y desentenderse de la profesión, Satse se convirtió en el referente profesional por excelencia. Por cierto, con bastante eficacia, al menos a corto plazo. En 1988 las huelgas enfermeras se tradujeron en un incremento lineal de más de 15.000 pesetas mensuales (casi 100 euros) y en 1992 hubo una nueva subida salarial cuyo importe ahora no recuerdo. Los sindicatos de clase (Comisiones y UGT especialmente) fueron barridos entre las enfermeras por el sindicato corporativo, al que, curiosamente, no le costó nada presentarse a las elecciones sindicales en coalición con el mismo sindicato médico que cada vez que se aprobaba alguna medida beneficiosa para la Enfermería la impugnaba en los tribunales de justicia: pura contabilidad electoral.
A partir de entonces, nuestras expectativas ya no eran de estatus, presencia o desarrollo, sino de condiciones laborales, retribuciones y plantillas. Y, naturalmente, la gasolina se acabó pronto. El tren de alta velocidad enfermero, que había alcanzado una velocidad de crucero de 320 kilómetros por hora, frenó tan en seco con esta pérdida de ilusión que dio paso a una severa depresión colectiva, de la que tardaríamos muchos años en despertar... si es que lo hemos hecho. Empezó nuestra travesía del desierto.
Ah, por cierto, entre el adorado matrimonio de conveniencia con separación de bienes que conformaban el Consejo General de Enfermería y el sindicato Satse, una vez consolidados en el poder, surgieron diferencias "irreconciliables" y, creo que fue como en 1993, sufrieron un traumático divorcio que ha durado hasta hace bien poco. También en aquella época empezó el presidente del Consejo a tirar puertas y cambiar cerraduras de los colegios que empezaron a discrepar de su deriva autoritaria y de su política de cuotas, pero ese es otro tema que controlas tu mucho mejor que yo.

Como en los mejores matrimonios que pasan una crisis (bien es cierto que no son usuales las de 20 años, pero el amor es así…) Satrse y el Consejo descubrieron que era más práctico para sus comunes intereses privados un matrimonio de conveniencia que el airado distanciamiento de culebrón.

Y ahora Víctor Aznar Marcén y Máximo Antonio González Jurado son de nuevo íntimos enemigos, ya ves tú, Juan. Pero qué te voy a contar que no sepas y no nos hayas recordado ya tantas veces...

Bueno, mañana sigo con la biografía de esta humilde enfermera Aurora, para que no digas que siempre me entretengo en los entresijos histórico-políticos de "abuela cebolleta". Te hablaré de lo que más me gusta a mí, mi profesión, mi día a día con los pacientes, mis ¿esencias? enfermeras.





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