jueves, 3 de septiembre de 2015

Lectura de verano: historia de una enfermera (XX)

Capítulo VIII
Aurora en la administracion (3)
Si es nuevo en la serie, disfrute la primera temporada completa
Si se perdió las entregas anteriores de esta segunda temporada puede recuperar aquí la primera entrega y aquí la segunda 

Lunes, 17 de febrero de 1997.
Jueves, 17.00 horas de la tarde. Grupo de Trabajo de sistemas de información en cuidados crónicos. Nueve asistentes: tres médicos de la dirección de Planificación; el subdirector general de organización y métodos; una trabajadora social, un geriatra y un tercero sin perfil conocido; un psicólogo clínico; un informático (creo); un asesor jurídico (sí, un abogado); y dos enfermeras, una servidora entre ellas. La otra enfermera era subdirectora asistencial de un hospital de media y larga estancia. Para mí, la única que realmente sabía algo de entre todos todos nosotros. O al menos así me lo pareció... después de descartar que muchos de los otros tuvieran la más mínima idea sobre el tema (y percibir claramente que, además, les habían llevado allí a rastras, como para hacer bulto).
¿Café, alguien? Agua tenéis en la mesa auxiliar... Estamos a la espera del director general, que se ha mostrado muy interesado en venir a conoceros y en dar su visión sobre el magnífico trabajo que estáis realizando. También podréis preguntarnos todo aquello sobre lo que tengáis dudas y luego mantendremos un debate para ver cómo podemos encauzar mejor los resultados intermedios que estamos obteniendo. Eh... ¿café, alguien más?”.
Tras 20 minutos de espera aparece el gurú, mediana edad (unos 50), cara de listo, feo como un diablo pero encantado de haberse conocido. Sonrisa forzada pero que él ensaya para que quede cercana. Viste a medias entre formal e informal (americana y corbata aflojada con chaleco de punto y mocasines; no te lo vas a creer, pero los calcetines eran blancos, lo juro).
Nos pregunta a aquellos a quienes no nos conoce nuestra filiación profesional-administrativa y nos dice “encantado” y “gracias” a todos y cada uno. Bebe café, bebe agua y empieza a hablar.
Te juro, Juan, que en ese exacto momento sentí que aquello no tenía buena pinta...


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