martes, 2 de agosto de 2016

Lectura de verano: Historia de una enfermera (XXVI)



Capítulo X
 ¿Y por qué no? (1)
(Si no leyó la entrega anterior pinche aquí. Luego le traemos de vuelta) 

Era Semana Santa y estaba tranquilamente, tomando algo con unos amigos en un bar cerca del hospital, cuando apareció  el que entonces era director de enfermería del centro. Hacía años que nos conocíamos, desde que fuera mi compañero de turno a finales de 1982 en Medicina Interna. Y pese a que fueron pocos meses, el hecho de que fuera mi primer contrato como enfermera hizo que siempre le tuviese un especial afecto; y creo que él también a mí.

Charlando de lo humano y lo gestor, me comentó casi de pasada la problemática que entonces tenía en la Unidad de de Diálisis tras la marcha de la anterior supervisora, cuando de pronto pareció darse cuenta de algo en lo que hasta ese momento no había reparado... yo trabaja en diálisis. Sin pensarlo dos veces me dijo: “¡Anda, si a ti no te he preguntado!” (una curiosa forma, cuanto menos, de hacer valer mi capacidad a la hora de ofrecerme un puesto de supervisión).
Al principio me lo tomé a risa, pensando que estaba un poco desesperado si consideraba siquiera que alguien como yo, enfermera asistencial de los pies a la cabeza, trabajando como estaba en ese momento sin más responsabilidad que ser formalita y hacer bien mi propio trabajo (y por cierto encantada de la vida), iba a aceptar. Pero los días posteriores la insistencia continuó, por lo que me lo llegué a plantear.
Consultando con unos y otros, almohada incluida, llegó a mis oídos que una compañera del servicio "de las de siempre", noble título que ostentan las enfermeras que llevan mucho tiempo sin moverse de un servicio, se había ofrecido para el puesto, por lo que automáticamente borré la posibilidad de mi cabeza, no sin antes experimentar un profundo alivio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario