lunes, 19 de febrero de 2018

Ahora, enfermería

Hace unos días se ha publicado una versión previa de un editorial del Journal of Clinical Nursing muy interesante, por varias razones. La principal, porque resume en muy pocas páginas la compleja situación de la profesión enfermera a nivel global. Otra, nada desdeñable, porque supone una llamada a la acción intelectual y política en torno a estrategias globales. Las autoras son Jane Salvage y Barbara Stilwell, enfermeras británicas con currículos impresionantes (la primera es coautora del libro Models for Nursing, que se publicó en español a finales de los ochenta como Modelos de Enfermería); el artículo se titula «Breaking the silence: a new story of nursing» y enseguida lo he emparentado con dos títulos que fueron determinantes en la configuración de mi propia visión sociológica sobre la enfermería-profesión.

En primer lugar aparece la socióloga británica Celia Davies y su disruptivo libro «Rewriting Nursing History», de 1980. Bebiendo en fuentes marxistas y feministas clásicas, Davies supo dar un giro a la visión romántica o mística de la enfermería, hegemónica aún en la segunda mitad del siglo pasado, para aproximarse a la lucha de "clases" y de "género" poniendo el énfasis en la dominación médica y masculina dentro del sector salud; que explicaría mucho mejor que los argumentos puramente "vocacionales" (que ponían el énfasis en la culpa  −a veces, incluso, el masoquismo−  de las propias enfermeras) la situación subordinada de la profesión.

Y en segundo lugar, las periodistas y divulgadoras estadounidenses Bernice BureshSuzanne Gordon y su impactante «From silence to voice. What Nurses Know and Must Communicate to the Public», 26 años (2006) posterior al de Davies. Este libro anima a las enfermeras a tomar la palabra en un medio en el que tienden a permanecer calladas y en segundo plano. Expresó magníficamente  −y yo me lo apropié con descaro−  el hecho incuestionable de que si no tomas la palabra y das un paso al frente no es lícito quejarse de la invisibilidad a la que te condenan los detentadores del poder. Además, resalta que existe una visión enfermera del entorno sanitario (pacientes, asistencia, profesionales, directivos, líderes...) y que, por tanto, el silencio de las enfermeras permite que quede incompleta la visión del resto de actores, perfectamente sesgada hacia la visión médica.

Si comparan los títulos de Davies y Gordon con el de Savage y Stilwell resulta evidente la línea que los une; el artículo podría perfectamente titularse «From silence to voice: rewriting nursing history». Sin embargo, este último texto introduce una línea argumental que no contemplan, o lo hacen insuficientemente, las anteriores autoras, línea argumental que, si me permiten la autorreferencia, ha supuesto una constante en mi propio discurso público desde que publiqué La enfermería frente al espejo: mitos y realidades en 2010.

Dicho con mis propia palabras (ya tendrán la oportunidad de leer las propias de las autoras), las enfermeras inconformistas o rebeldes (mavericks, en términos de Savage y Stilwell) que dan un paso al frente y se movilizan en defensa de su profesión tienden a pensar que el común de la profesión (el front-line staff o las enfermeras de base, que diríamos por aquí) son como ellas... o deberían serlo. ¿Cuántas veces no han leído quejarse de ellas, de su intolerable pasotismo e indolencia, la pasada semana en sus chats y grupos −cerrados− sociales?

Sin embargo, la realidad es muy distinta. Muchas enfermeras  −y enfermeros, of course−  piensan que la enfermería es solo "un trabajo más", que no hay nada trascendente o especialmente distintivo en este trabajo más allá de cumplir ciertas reglas vagamente emparentadas con la humanización y el toque personal; que bastante tienen con ganar un sueldo (que cada vez es más bajo), hacer largos turnos con cargas de trabajo estresantes (que cada vez son más altas), pasar largos años (que cada vez son más) en el desemprecariado hasta lograr tener un empleo fijo... ocupándose además en la vida extraenfermera, las mujeres, de la mayor parte de las tareas domésticas y parentales y otras pesadas cargas inherentes a la sociedad patriarcal, incluyendo a menudo el cuidado  −no retribuido−  de familiares mayores.

Además de todo lo anterior, se pretende que puedan permitirse el lujo intelectual de auto-empoderarse, repostar diariamente su autoestima y tomar la palabra, dando un paso al frente. Especialmente cuando, como es bien sabido, la solidaridad de compañeras y organizaciones enfermeras ante los problemas  −denunciar casos de mala praxis o de acoso, por ejemplo−  no es precisamente ejemplar. Como dicen Salvage y Stilwell: no se les puede pedir al tiempo que sean «el parangón de la virtud en el trabajo, un líder y un impulsor del cambio; es más probable que su prioridad sea solo superar cada día. 'Solo soy una enfermera', dicen».

Si a ello le añadimos, y hablo ahora en clave nacional, que cuando ven a sus supuestos líderesrepresentantes, quienes deberían encarnar y transmitir la imagen de una profesión moderna, femenina, preparada y competente, se encuentran (con sus tan elogiables como escasas excepciones locales) ante una gerontocracia masculina, sin relato ni liderazgo moral, y que no ejerce la profesión hace 15, 20 o 25 años... pues no es precisamente para salir empoderado y con la autoestima por las nubes.

Las autoras confían  −creo que en exceso−  en que los movimientos antiprecarización, ecologistas o feministas que están emergiendo como agentes sociopolíticos globales en respuesta a la última crisis económica sistémica, retando al capitalismo depredador, a los gobiernos cómplices y al patriarcado subyacente, funcionarán como mecanismo de arrastre para que pueda desarrollarse una masa crítica dentro de la profesión que consiga acabar con el pasotismo de las bases.

Cuando existen unas élites enfermeras responsables, elegidas y apoyadas por las bases, que se toman en serio su misión de hacer crecer la profesión, éstas son capaces de ejercer como un poderoso lobby; tenemos los ejemplos de Canadá o EEUU, pero también el más reciente del Reino Unido, donde se consiguió crear un grupo de trabajo interpartidista en el Parlamento (All-Party Parliamentary Group on Global Health) que ha concluido con algo que muchos ya sabíamos: que los problemas de la sanidad del siglo XXI solo se resuelven con más y mejor enfermería. Pero que da otra vuelta de tuerca: invertir en enfermería tiene un triple impacto para la propia sociedad: mejor salud, mayor igualdad de género y economías más fuertes, dado el extraordinario peso cuantitativo que tiene la profesión de enfermería en los mercados de trabajo locales.

El editorial de Salvage y Stilwell acaba convocando a las enfermeras de todo el mundo a unirse al movimiento #NursingNow, que será lanzado el próximo 27 de febrero, bajo los auspicios de la Organización Mundial de la Salud, el Consejo Internacional de Enfermeras y APPG Global Health. Se puede seguir el hashtag en Twitter.

En fin, como creo que el texto, que ya difundí en versión original en las redes sociales, merece la pena he dedicado la tarde de ayer para traducirlo, si bien en precario; no he dispuesto de tiempo suficiente para depurar la traducción adecuadamente, por lo cual les pido disculpas: dado que mi tiempo es un recurso escaso, pensé que era mejor una mediocre traducción, que nada (para quienes leen en inglés, ya les he enlazado al principio de la entrada el texto original).

Aquí les dejo la traducción:






miércoles, 14 de febrero de 2018

Asesinato en Kingsfont Street: el libro



Algunos de ustedes recordarán (porque lo siguieron, al menos a ratos; fueron 30 entregas) el 'folletín de verano' de este, su blog, titulado Asesinato en Kingsfont Street.

Se trataba de un relato breve: una sátira sobre la corrupción en esos entornos que son públicos (cuando interesa) y privados (cuando conviene).

En principio, se trataba de guiños y pullas cómplices (malintencionados, claro: ¿qué sino no es una sátira?) , destinado a quienes conocían más o menos bien el paisaje y el paisanaje colegial. Al parecer consiguió su objetivo, ya que ¡incluso han aparecido cuentas en Twitter de algunos de los personajes! (algo completamente ajeno a mi persona: ¡bastante tengo con una personalidad!).

Tratando de mostrar una cara más amable que la que habitualmente muestro (la denuncia airada desde el púlpito), que también es mía esta faceta, decidí hace unos meses darle forma literaria a este mundillo. Conste que fue un trabajo de improvisación, porque de hecho, ni yo sabía muy bien por dónde irían los tiros (escribía del tirón únicamente los cinco mini-post de cada semana). De alguna manera, como se dice con frecuencia en el mundo literario, los personajes se apropiaron del relato e hicieron con él lo que les vino en gana. En fin, se publicó y ahí lo dejé...

Pero con el tiempo me fui enterando de que gente ajena a este perverso y frustrante mundillo corporativo, que lógicamente no pudieron captar las pullas, gracietas, parodias o apodos ingleses, me comentaron que como relato (sin más subtextos), era entretenido, intrigante y a ratos divertido. Que enganchaba y se leía del tirón. Así que decidí, con ayuda del criterio y consejos (y capones) de dos de mis hermando que escriben y publican ficción, darle forma más correcta, sin perder el espíritu burlón y la ligereza en las formas.

Y ya está: tras tantos textos académicos o divulgativos, la famosa no-ficción... mi primera publicación de sí-ficción.

¿Seguro? Bueno, dejémoslo ahí.


PS.- Como entiendo que si uno se compromete con una causa no lo debe hacer solo con gracietas y pullas, el 50% del PVP lo voy a donar a un fondo de resistencia enfermero. Ese fondo, muy necesario para pagar abogados y oricuradores o alquilar locales, entre otras cosas, lo gestionará la asociación AccióN Enfermera, en los términos y con las garantías pactados y firmados (hay aspectos fiscales y legales que formalizar). Esta elección es sencilla de justificar: hace unos pocos meses los amigos de ANE me hicieron el honor de nombrarme  -perdón por la inevitable redundancia-  socio de honor. Sin duda otras/os me seguirán en esa dignidad pero ser el primero... qué quieren que les diga.

Compren el librito. Son solo 8,50 € (precio final). Echarán una mano. Y creo que pasarán un rato entretenido. Mil gracias.

Si tiene cualquier incidencia durante el proceso de compra, envíe un correo-e a:

Y por cierto, les recomiendo que realicen la transacción desde un dispositivo fijo (PC, Mac), si lo tienen a mano
(este es un consejo de comprador, no de vendedor).


Asesinato en Kingsfont St.



martes, 13 de febrero de 2018

Un sistema electoral diabólico

El Consejo General de Enfermería convocó elecciones a la Presidencia del Pleno el 6 de octubre. Hoy mismo, transcurridos exactamente 10 días, ya tenemos nuevo presidente.

Como desde gobiernos de varias repúblicas bananeras se han puesto en contacto conmigo para que les explique si "ese fantástico método para sucedernos a nosotros mismos tan rápidamente que ni siquiera da tiempo a que los medios lo digieran y critiquen" (reproduzco literalmente de uno de los correos) tiene copyright y dónde pueden comprar el derecho de uso, les he remitido a D. Florentino Pérez Raya, que ha sido el agraciado con el Gordo en este peculiar Sorteo del Niño.

Ahora, en serio.


El proceso electoral convocado por el Consejo General para sustituir como presidente a Máximo Antonio González Jurado está regulado en los Estatutos Generales, aprobados por el Gobierno en noviembre de 2001 (art. 29). Hay algunos aspectos dudosamente garantistas y sin duda peculiares. Por cierto, González Jurado adquirió una enorme deuda con Celia Villalobos, entonces ministra de Sanidad, ya que el Dictamen del Consjo de Estado fue demoledor contra el proyecto de Estatutos; deuda que saldó de la mejor manera posible:



En primer lugar, no hay un órgano electoral neutral ad hoc, siendo la Comisión Ejecutiva la que adopta las decisiones como juez y parte.

En segundo lugar, el plazo para presentar candidaturas es de solo ocho días naturales. Durante ese plazo tan exiguo, los posibles candidatos tendrán que obtener una certificación de su colegio y de su vida laboral (tienen que documentar al menos 15 años de ejercicio); dirigirse a los 52 colegios provinciales solicitando que presenten su candidatura; que estos reúnan a sus Juntas de Gobierno, con el plazo preceptivo entre convocatoria y reunión, y voten proponer (o no) al candidato. Que este obtenga un mínimo de 15 “avales”, lo cual limita a tres las posibles candidaturas (cada uno de los 52 colegios solo pueden proponer a un candidato, al menos según la interpretación que al juez y parte le beneficia e impone, ya que no hay previsiones estatutarias al respecto). Y que los colegios envíen al Consejo General las actas de su reunión y este acuse recibo dentro del plazo de ocho días.

Finalmente, la decisión de admitir o no la candidatura por motivos formales queda en las manos de la propia Comisión Ejecutiva. En este caso, al ser solo el puesto de presidente, es más viable; pero cuando se elige a los miembros del Pleno (de entre los cuales el presidente nombra a la Ejecutiva) hay que presentar, en ese mismo plazo, los certificados y aceptaciones de 42 personas (21 titulares y 21 suplentes) en candidatura cerrada y completa. El incumplimiento de uno solo de los 42 miembros anula la candidatura completa, puesto que no se contempla la posibilidad de subsanar errores documentales o sustituir candidatos. 
Nadie podría imaginar que eso lo consiguiera una candidatura opositora al Pleno: en mayo de 2016, propiciada por la Asociación Nueva Enfermería. Al final, naturalmente, no obtuvo los 15 respaldos exigidos, por lo cual se proclamó la candidatura balante, como de costumbre. Solo que esta vez le vieron las orejas al lobo...
De ahí que en esta ocasión se extremaran las precauciones.
Cuando la convocatoria es en fecha cierta (extinción del mandato) las candidaturas pueden tener adelantados ciertos trámites burocráticos; pero cuando, como es el caso, se anuncia por sorpresa (y en viernes), las cosas se tornan ciertamente duras. Es un régimen electoral a la medida de quienes ostentan el poder en la organización colegial, que explica en buena medida los 30 años de Máximo González en el cargo.
Para más inri, a pesar de que la convocatoria podría haberse producido antes o después, las fechas están elegidas con precisión para poner todas las trabas posibles a los candidatos: el plazo empieza un sábado y acaba el siguiente sábado (día en que los colegios permanecen cerrados); y entre medias está el puente del Pilar, jueves (festivo) y viernes (laborable... ma non troppo). Es decir, en el mejor de los casos se dispone de cuatro días laborables para cubrir todo el proceso. En la Comunidad Valencia, donde los tres colegios son opositores, uno menos, ya que el día 9 de octubre es festivo oficial autonómico. ¡Estos bananeros-premium no dan puntada sin hilo!
Al final, naturalmente, solo obtuvo los avales el sucesor de Il Dottore, Florentino Pérez Raya. O al menos eso parece, porque el Consejo General tiene a gala no dar detalle sobre las decisiones de cada colegio, a pesar de que, como ha declarado reiteradamente el Tribunal Supremo, todo lo relacionado con los procesos electorales forma parte de la "actividad de Derecho Público" de las corporaciones profesionales. Y que por tanto tienen que hacer pública toda la información relacionada.
Y que también así lo convinieron el Consejo de Transparencia y Unión Profesional (a la que pertenece el CGE y de la cual, al menos hasta ahora, es tesorero González Jurado), como queda más que claro en la publicación conjunta "Guía de transparencia y acceso a la información pública dirigida a los colegios y consejos de colegios profesionales y demás corporaciones de derecho público", de diciembre de 2016. Ahí podemos leer lo siguiente:


PS.- Este sistema electoral es, en sí, "diabólico". Pero resulta aún más “diabólico” que este mismo Consejo General (su Comisión Ejecutiva, para ser más exactos) haya anulado las elecciones del Colegio de Murcia de 2016, que se convocaron exactamente el día que expiraba el mandato (cuatro años justo de la fecha de 2012 que por cierto fue decidida por el propio Florentino, a la sazón interventor del Colegio designado por la Comisión Ejecutiva), sin adelanto ni retraso, por coincidir parcialmente el plazo de los ocho días con la Semana Santa. Por si quedaran dudas (entre los propios colegiados de Murcia), la Junta convocó nuevas elecciones este mismo año 2017, a las que se presentaron tres candidaturas. Nuevamente, por tercera vez, fueron ganadas por la candidatura encabezada por Amelia Corominas.
Por cierto, tal y como anunció la semana pasada el diario El País, el TSJM dictará en breves fechas sentencia en el recurso presentado contra las candidaturas de González Jurado y Pérez Raya a las elecciones de 2015, una de las dos razones por las cuales se echó al lado (la otra tiene que ver con la Fiscalía Anticorrupción).
"Casualmente", este recurso fue presentado… por el Colegio de Murcia. Y la Junta de Edad nombrada ilegalmente por el CGE ha estado intentando quitar del medio al Procurador designado por el Colegio, con el único propósito de "allanarse" del Recurso, es decir, retirarlo.
Genio y figura...